Acudir a la farmacia a adquirir una crema de una marca reconocida y carísima, contrariamente a lo que debiera ocurrir, no es sinónimo de calidad. Así, hace unos meses compramos MELA-D, una crema despigmentante de La Roche-Posay para borrar unas manchas aparecidas en la cara, precisamente por la fama que antecedía a dicho laboratorio farmacéutico y por el supuesto buen hacer del mismo. Tras unas pocas aplicaciones continuadas empezaron a aparecer unos granitos por toda la superficie que tardaban la friolera de una semana en desaparecer. Estos hechos acaecieron todas y cada una de las veces que utilizábamos el ungüento. Un buen día, hartos de esta situación y ante el lavado de manos de la farmacia que nos la vendió, decidimos llamar al dichoso laboratorio. ¡Sorpresa!, en la página http://www.laroche-posay.es/_es/_es/ no figura ningún enlace ni ninguna parte en la que figuren los datos de la empresa para llamar o enviar un correo. Tras una ardua investigación, vemos que esta empresa pertenece al grupo L’Oreal y decidimos ponernos en contacto con ellos. Nos atiende una mujer que, tras someternos a un tercer grado sobre la aplicación y sobre los efectos secundarios del producto, motu proprio procede a comentarnos que no pueden devolver el importe de la crema (algo que en ningún momento hemos pedido y que dábamos por supuesto no se produciría) ya que la ley española no obliga a ello. ¿Para qué nos sirvió la molestia de buscar los datos y de hacerle el trabajo de campo al laboratorio que comercializa productos presuntamente “dermatológicamente probados”? Pues sólo para comprobar una vez más lo amparado que está el consumidor en este país de pandereta, lo arropado que se encuentra por parte de las grandes multinacionales y los derechos que le asisten por parte de las Administraciones que velan por nuestro bienestar. Quizás en un lugar civilizado sí, pero aquí protestar no sirve de nada. Por cierto, la mancha cutánea para cuya eliminación adquirimos la crema, sigue en su sitio.
Y ahora, queridos lectores, sigan consumiendo marcas tal y como nos instan las cadenas televisivas para que ellas y las grandes empresas sigan forrándose a nuestra costa.
Y ahora, queridos lectores, sigan consumiendo marcas tal y como nos instan las cadenas televisivas para que ellas y las grandes empresas sigan forrándose a nuestra costa.