martes, 5 de agosto de 2008

Summer Jurásico: INTERPOL

¿Recuerdas esa frase de oro de manual del progenitor perfecto que te decía tu padre cuando te daba un sopapo? (¡Ups!, espero no ir a la cárcel por esta confesión ahora que el cachete está prohibido.) Ésa de "no llores. Si a mí me ha dolido más que a ti". Pues han tenido que pasar veinte años y el Summercase de 2008 para que por fin le encontrara sentido. De veras siento lo que voy a escribir porque estos chicos prometían y mucho. He de confesar que los sencillos No I In Threesome y Mammoth me conquistaron. Esa música bien perfilada, comedida, sobria y una voz que la acompañaba en su justa medida, sin sobresalir ni eclipsar: haciendo frente a la música, valiente, sin achantarse. Melodías de las de antes, de las que no has de escuchar veinte veces para que te gusten, de las que entran solas, como la horchata fresquita una tarde de verano. Totalmente convencida me hice con el último disco y, la verdad sea dicha, me defraudó en gran medida ya que me pareció bastante cargante, pero como el cartel de este año era tan nefasto se convirtieron en uno de mis platos fuertes (ya se sabe, otro vendrá que bueno me hará).
El escenario se quedó totalmente oscuro. A escena salieron los cuatro miembros del grupo con sus habituales trajes de chaqueta y por fin comenzó la actuación. No sé qué fue lo que de repente me dejó sin capacidad de reacción, si el calor o la decepción. ¿Y la voz? Se la habían dejado en el camerino. Ese perfecto equilibrio entre instrumentos y garganta se había convertido en una pugna que perdía el cantante por goleada. Hay que admitir que la música sonaba bastante bien pero la letra era totalmente incomprensible.


Recuerdo una conversación con un gran amigo, melómano de pro también y ferviente admirador de Interpol, en la que, barriendo para casa, intentó disuadirme con argumentos nada convincentes de la superioridad de éstos sobre los Editors. A decir verdad (y esto también me duele) ambos comparten la poca originalidad que los temas de sus discos guardan entre sí (haciéndolos bastante monótonos). Sin embargo, lo que no tiene discusión es la supremacía vocal que Tom Smith posee sobre Paul Banks. Birmingham uno, Nueva York cero. No obstante, se produce otro empate, esta vez en un contexto menos cultural: hay que admitir que en cuestión del morbo que destilan, resultaría difícil galardonar con la corona de laurel a uno o a otro.







Una vez resuelta la ecuación, cuando por fin pude recomponerme, cogí mis bártulos y, en estado de shock, me dirigí a otro escenario.