viernes, 7 de agosto de 2009

LA LETRA PEQUEÑA DEL MATRIMONIO

Resulta inaudito que tengamos un ministerio de Igualdad que promulga y predica a los cuatro vientos que hombre y mujer son parejos y luego todo el mundo se eche a la yugular de una jueza que aplica la ley de manera imparcial. Hace unos meses, se armó la de San Quintín porque, en pocas palabras, parece ser que una lesbiana infló a bofetadas a su esposa, quien procedió a denunciarla. Hasta aquí todo bien. El lío vino cuando en la sentencia, en lugar de hacer alusión al delito de “violencia doméstica” se apuntó al de “violencia de género” (penado con castigos mucho más severos). Y es que, queridos lectores, la gilipollez humana es un vasto campo harto abonado que no deja de reinventarse. De acuerdo con las declaraciones de María Tardón, presidenta de la sección 27 de la Audiencia Provincial de Madrid especializada en violencia sobre la mujer (que dios nos pille confesados) "violencia de género es únicamente la que ejerce el hombre sobre la mujer en relaciones de pareja presentes o pretéritas". Por lo tanto, según están las cosas, ocurre lo siguiente: si te casas con una persona de tu mismo sexo y la matas, te caerán, digamos, como la canción de Pimpinela, dos años y un día (si es que llega). Ahora bien, si una mujer contrae matrimonio con un hombre que la agrede, éste caerá en desgracia, arderá en el infierno y su alma vagará eternamente errante junto con la de Caín sin hallar descanso alguno por los siglos de los siglos, amén. Que quede claro, en ningún momento estamos defendiendo a quienes maltratan, sino condenando (sin ningún tipo de excepción) a quienes cometan un abuso de poder y de fuerza. Simplemente nos gustaría que alguna cabecita pensante, de las que promulgan que la crisis está terminando (si es que alguna vez les llegó), de ésas a las que les pagamos una millonada por elaborar y aprobar leyes nos explique la diferencia entre un correazo hetero y uno homo; entre la bofetada que te cruce la cara, de un marido con pantalones y la de un marido con falda; entre la patada de un esposo de pelo en pecho y la de uno depilado. ¿Son los homosexuales en el seno del matrimonio o de las relaciones son como los ángeles: no tienen género?

¡Menuda manera de establecer esa igualdad con la que se les llena la boca! Señores del Gobierno y aledaños: menos “miembras” y más mano dura contra los/as/@s indeseables/as/@s maltratadores/as/@s independientemente de que lo que les cuelgue esté en la zona púbica o en la pectoral.