jueves, 26 de noviembre de 2009

CREYENDO EN LOS REYES MAGOS...

Cuida el medio ambiente

Antes de pedir una hoja de reclamaciones, piense bien si va a servir para algo, el árbol que servirá para hacer el papel tardará 7 años en crecer (menos que el funcionario en hacerla efectiva). Seguramente podría acabar recliclada en el retrete del "órgano competente".
¿Cómo se reclama contra los órganos de reclamación? ¿Poseen las oficinas de reclamaciones hojas de reclamaciones para valorar su nefasto servicio?

Una vez más he confiado en el sistema que las instituciones públicas se empeñan en defender contra viento y marea y al que nos instan a acudir en caso de problemas con un servicio. Hace unos meses interpuse una hoja de reclamaciones contra un individuo que decía reparar ordenadores en su establecimiento. Realicé todos los pasos: pedí la hoja en la tienda, acudí al Ayuntamiento de la provincia en cuestión, entregué la hoja (me ahorraré la explicación del trajín incomprensible del sello en una planta, entregar la hoja en otra para que luego vuelva a la primera, que no puede cogerla en mano desde un primer momento) y esperé pacientemente que es lo único que un consumidor puede hacer en este país, por lo visto.
Unos dos meses después se puso en contacto comigo la trabajadora de la sección de Consumo del Ayuntamiento de la provincia en cuestión para decirme que el individuo en cuestión había cerrado la tienda y que no había recibido el llamamiento. Le explico que la dirección que él anotó en la hoja de reclamaciones es el domicilio social y que la tienda donde me "atendió" a mí está sita en otra calle, que por eso había adjuntado el teléfono de este señor, para que lo llamaran en caso de que esto ocurriera a lo que, escandalizada, la trabajadora del Ayuntamiento me responde que ellos no llaman por teléfono nunca a los denunciados... Que tengo que buscar el nuevo domicilio y comunicárselo... (Espero que me pasen parte de su nómina por las gestiones que realizo).

Moraleja: parece ser que estafar, timar, tangar, defraudar, engañar, etc. (tomémoslo todo en términos de presunción, por supuesto), en este país es tan fácil como dar el pelotazo, cerrar el chiringuito y abrir otro en la calle de al lado... Tomo nota (seguro que a los mileuristas como yo esta práctica ayudaría en gran medida a llegar a fin de mes). En fin, visto lo visto y dados los respaldos que encontramos los ciudadanos de a pie en las instituciones, creo que ésta será la última hoja de reclamaciones que rellene.

Viva la democracia y el estado de derecho…

viernes, 20 de noviembre de 2009

SIN EQUIPAJE... ¡NI VOZ!

Desde agosto llevamos digiriendo la noticia. Sí, la del disco es la verdadera Dolores O’Riordan, mal que nos pese. La de Limerick ha grabado un segundo trabajo donde, lejos de lucir una brillante, excepcional y nítida garganta llena de registros y donde los agudos eran una maravilla, hace gala de una patente y lamentable pérdida de voz que no provoca sino lágrimas y añoranza por los tiempos pasados.

Si bien este No Baggage (sin equipaje) desde un punto de vista estilístico y musical es bastante mejor que su primer disco, Are You Listening? (aunque no tiene mucho mérito ya que éste gozaba de un hastío y monotonía supremas), no le llega ni a la caja del CD a sus primeros trabajos con los Cranberries.

Dos joyas

Sin duda, los dos primeros álbumes del grupo irlandés (Everybody else is doing it, so why can’t we?, y No need to argue) supusieron una convulsión para el mercado musical mundial. Aún recuerdo la primera vez que entrando a un garito oí un extraordinario grito de guerra que, según fui indagando (y en aquel entonces no había Internet sino que todo era mucho más artesanal y arduo, especialmente si vivías en una ciudad pequeña, pero la fe mueve montañas y yo puse toda la mía en aquella voz) descubrí que estaba íntimamente ligado a una gran letra que escondía una inquietante historia sobre el sometimiento inglés del Eire. Ellos demostraron que había vida más allá de los gurús de gurús, los empalagosos U2. Fueron una bocanada de aire fresquísimo en radios y bares.

Jurar en falso

Una promesa que demostraría lo efímera de la misma a partir de su tercer trabajo To The Faithful Departed, donde se encaramaron con uñas y dientes al carro comercial e intentaron meternos por los oídos burdas y pueriles imitaciones de grandes temas como Salvation, concebida con ansias conspiradoras de derrocar a Zombie e instaurarse como nuevo himno o Electric Blue, que en un “alarde de originalidad” echaba mano un sample de su Daffodil Laments.

Esta tendencia del “véndase como pueda” continuó hasta este último elepé en solitario. De todo lo posterior a No Need to Argue, sólo se salvan The Rebels, Will you remember?, Promises, Delilah, You and me, Stars o God Be with You (de la banda sonora de La sombra del diablo) y algunas colaboraciones con otros artistas. Un execrable número de canciones si tenemos en cuenta que hablamos de nada menos que cinco álbumes.

Fin del fin

De cualquier forma, siempre era un gusto abandonarse a la furia de una sensible y sublime artista que fue una de las mejores cantantes del siglo XX. Ahora, el tabaco, el alcohol y la edad le han pasado factura. Suerte que sigue albergando una gran belleza.

The Cranberries: el retorno

En marzo de 2010, “la Lola” volverá rodeada de sus tres antiguos colegas en su nueva gira que en España tendrá dos fechas: 12 de marzo, Madrid (Palacio Vistalegre) y 13 de marzo, Barcelona (Pavellón Olímpico de Badalona). Todavía no sabemos el porqué de este incomprensible regreso ya que el grupo como tal no estrena trabajo desde 2001 y lo que presentarán es el No Baggage de Dolores, aunque suponemos que no faltarán sus grandes éxitos.

En fin, quien los entienda, que los compre.

jueves, 19 de noviembre de 2009

CON USTEDES, MICHAEL NYMAN



El mago de los sentidos, el alquimista de los sentimientos, tienen nuevo disco en el mercado. David McAlmont pone voz a uno de los discos más originales y ambiciosos del pianista, bajo cuyo sello, NM, se ha editado el trabajo. Una simbiosis de soul y clasicismo, jazz y tradición, dos estilos que se abrazan a lo largo de once temas. Una partida de ajedrez entre dos caballeros de la música.

Nyman, más conocido por sus bandas sonoras, posee una extensa carrera como compositor y como crítico musical. Desde hace años, actúa con su magistral banda, con quienes ha recorrido el mundo deleitándonos con extraordinarios conciertos capaces de arrancar lágrimas a las piedras. Con ustedes, Michael Nyman.


Le han descrito como “minimalista” pero la verdad es que usted creó ese término, ¿no es así?

Yo sólo creé el término “música minimalista” porque en los sesenta existía esa música. “Descubrí” el equivalente en música al arte minimalista, que me era familiar, en la música de Cornelius Cardew en 1968 y me di cuenta de que esta pieza, The Great Learning, Paragraph 1 era parte del fenómeno que incluía la música de Lamonte Young, Terry Riley y Steve Reich. Y esta categoría ha conservado cierta validez ya que las canciones nacidas en aquellos tiempos han cobrado ahora una fuerza mayor en la música nueva. Y hubo (hay) muchos beneficiarios (¡yo incluido!).

¿Qué opina del rap y del hip-hop?
No tengo ninguna opinión.

La banda sonora de El piano le dio la fama mundial, a pesar de gozar de una larga carrera musical. ¿Ha pensado alguna vez qué habría sido de usted de haber rechazado el proyecto?

Imposible de saber ¡Quizás no estaría haciendo esta entrevista! Esa banda sonora obviamente me presentó a una vasta y creciente audiencia pero en algunos círculos ha dañado la percepción de mi concierto y de mi trabajo en el escenario.

¿Cómo y por qué empezó a componer músicas para películas?
Peter Greenaway es amigo mío desde 1962 y cuando necesitó una banda sonora contemporánea para su cinta 1-100 en 1976, obviamente se fijó en mí…

¿Cómo es el proceso? ¿Trabaja con el director, visiona la versión final o lee el guión y escribe la música desde cero?

A veces leo el guión, y otras veo la película ya montada y todos los posibles estadios entre estos dos extremos.

Ha reeditado algunas de sus bandas sonoras anteriores bajo su propio sello discográfico.

No las he reeditado sino que las he regrabado. La música para los filmes de Greenaway y para El piano, por ejemplo.

¿Por qué?

Sólo porque, digamos que con El contrato del dibujante, la experiencia de interpretarla constantemente la redefine en cierto modo (tanto estructuralmente en ocasiones como en el curioso proceso de la continua redefinición de su “autenticidad”). Escuche la banda sonora editada en Virgin y compárelo con la grabación de MN Records. Las diferencias darían a un musicólogo que se interese por la interpretación (y por la composición) contemporánea motivos más que suficientes para sopesarlas.

¿Habla italiano? Porque ha compuesto canciones en este idioma.

No hablo italiano. He compuesto canciones a partir de textos alemanes y armenios, (que tampoco los hablo).

¿Cómo es un día en la vida de Michael Nyman?

Ocupado y general e idealmente inmerso por completo en asuntos relacionados con la música.

¿Cómo se ve?

Hmmmmm…

¿Es usted consciente de lo poderoso que es al tener los sentimientos de tanta gente en las manos?

Cada vez más porque mi audiencia me informa de sus sentimientos a través de Facebook o en los conciertos. Hace que me sienta humilde y conmovido, pero nunca afecta mi manera de componer.

Siempre sale a escena en negro, ¿por qué?
Ha de haber combinación y uniformidad (en lo que concierne al grupo que acompaña a Michael Nyman) y una ausencia de deseo de atraer la atención hacia nosotros, y el negro parece la mejor opción.

¿Cómo surgió la idea de hacer vídeos? ¿Es que se ha cansado de la música?
No me he cansado de la música. Las dos maneras de presentar un trabajo basado en el tiempo han coexistido bastantes años pero he de admitir que trabajar con imágenes preparadas, como fotógrafo o realizador, utiliza imágenes creativas de las que no puede disponer un compositor.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

MENOS MAL QUE IBAN DESARMADOS...

Hay gente con huevos, con un amor propio a prueba de la política económica de la señora Salgado y, desde luego, sin miedo a hacer el ridículo y de pasar a la posteridad como genocidas musicales. Éste es el caso de Martha Wainwright, de profesión destraozacanciones. Su último disco Sans Fusils, Ni Souliers, A Paris: Martha Wainwright’s Piaf Record consta de quince despropósitos en los que esta canadiense-americana se propone hacernos llorar desconsoladamente. ¿Esta gente no tiene una madre que los quiera y les diga "hijo mío, que la estás cagando"? ¿A quién se le ocurre intentar medirse las fuerzas con un titán? Piaf ni hubo, ni hay ni habrá otra. Pero esto no es un hecho aislado en la familia. Rufus, el hermano con nombre de reno, despedazó los temas de Judy Garland en lo que fue su sexto trabajo (yo lo habría echado a la calle, desde luego), Rufus Does Judy at Carnegie Hall.

Está visto que cuando eres una gran estrella de la canción no sólo mueres una vez, sino cada vez que alguien hace una interpretación como éstas. Después de estos dos “tributos” (no sabemos a quién, porque a estas grandes divas, desde luego, no), nosotros con una plaquita o con un reloj chapado en oro nos conformamos.

VUELTA A LAS RAÍCES



Por qué el Reino Unido es la cuna indiscutible de talentos musicales, lo ignoramos (el cuello a que no es la alimentación) pero el caso es que es así. Una de las últimas aportaciones que hemos descubierto es el grupo The Gadsdens, un cuarteto masculino que tiene, por el momento, mucho que ofrecer. Melodías trabajadas, un piano prácticamente omnipresente en sus canciones que, en ocasiones recuerda a Wim Mertens; nada de electrónica y una voz masculina del tipo Marti Pellow (Wet, Wet, Wet) pero con más registros y un estilo ecléctico que aglutina en su mayor parte una herencia ochentena con ritmos de rock & roll reinventado y un pop sublime. Su primer disco está previsto que se publique este noviembre (esperemos que no se posponga porque estamos ya salivando). Mientras tanto, para muestra, su primer botón.