miércoles, 24 de febrero de 2010

DEJEMOS TRABAJAR A LOS REFRANES

(Imagen de Público)

Algunas de las cualidades más loables de algunos seres humanos son la compasión y la empatía algo de lo que en España estamos surtidos. Y así, que Timor Oriental no levanta cabeza desde que se independizó, allí que estamos para enviarles una jugosa ayuda; que un terremoto arrasa Haití, los españoles se lanzan a la donación y a la organización de conciertos, obras de teatro y demás elenco de actividades culturales que sirven de plataforma para artistas prácticamente desconocidos al tiempo que recogen dinero para los damnificados; que se lían a tiros en Israel, pues una manifestación en apoyo a un país cuya historia desconoce la mayoría de los asistentes pero que debe de estar en el candelero porque en los medios de comunicación dicen que lo están pasando muy mal y lo nombran mucho; que el Tíbet quiere ser libre, pues todos a la calle contra la enemiga China, que no los deja emanciparse (y ya que nos pilla de paso, paramos en el todo a 100, que es más barato, a comprar unas cosillas que nos hacían falta). Y así hasta un sinfín de situaciones que ejemplifican lo dadivoso de nuestro pueblo.

Todo este invierno hemos estado asistiendo (y aún lo hacemos, por desgracia) a las atroces imágenes de las anegaciones en gran parte de nuestra geografía: Jaén, Granada, Valencia, Alicante, La Coruña, Huelva, Almería, Canarias, etc. Las pérdidas económicas son cuantiosas, a muchos se han quedado únicamente con lo puesto. En ciertas provincias están haciéndole frente al temporal en tiendas de campaña mientras se mueren de frío alrededor de fogatas improvisadas para intentar resguardarse. Ante este desolador panorama, echamos mano del bolsillo y aguzamos nuestros sentidos ante periódicos, televisiones y ondas radiofónicas esperando que nuestro gobierno anuncie las medidas y ayudas para esa gente que se encuentra literalmente en la calle; esperamos que se convoque alguna manifestación caso de que esto no ocurra y aguardamos agenda en mano las propuestas culturales a las que estaremos más que encantados de acudir para contribuir con quienes se han quedado con una mano delante y otra detrás pero, pasa el tiempo y NADA. Ni un concierto, ni una obrilla, ni un pasacalles, ni una saeta, ni una actuación de mimo siquiera. Tampoco los países a los que hemos ayudado a lo largo de nuestra historia parecen haberse percatado de lo más mínimo…

El español es un idioma rico proverbios, incluso uno de ellos afirma que “todos los refranes trabajan”. A ver si es cierto, porque vivimos en un país de pandereta donde “no hay para pan, pero sí para peras” y no nos entra en la mollera que hay que “quitar lo de cien puertas para dárselo a los tuyos” y que “la caridad bien entendida empieza por uno mismo” porque “el que de fuera lo espera, frío se lo come”. Que socorrer al prójimo es sumamente meritorio, pero es de idiotas hacerlo cuando “no se tiene el horno para bollos”. Dejémonos de quijotadas.