miércoles, 4 de noviembre de 2009

MENOS MAL QUE IBAN DESARMADOS...

Hay gente con huevos, con un amor propio a prueba de la política económica de la señora Salgado y, desde luego, sin miedo a hacer el ridículo y de pasar a la posteridad como genocidas musicales. Éste es el caso de Martha Wainwright, de profesión destraozacanciones. Su último disco Sans Fusils, Ni Souliers, A Paris: Martha Wainwright’s Piaf Record consta de quince despropósitos en los que esta canadiense-americana se propone hacernos llorar desconsoladamente. ¿Esta gente no tiene una madre que los quiera y les diga "hijo mío, que la estás cagando"? ¿A quién se le ocurre intentar medirse las fuerzas con un titán? Piaf ni hubo, ni hay ni habrá otra. Pero esto no es un hecho aislado en la familia. Rufus, el hermano con nombre de reno, despedazó los temas de Judy Garland en lo que fue su sexto trabajo (yo lo habría echado a la calle, desde luego), Rufus Does Judy at Carnegie Hall.

Está visto que cuando eres una gran estrella de la canción no sólo mueres una vez, sino cada vez que alguien hace una interpretación como éstas. Después de estos dos “tributos” (no sabemos a quién, porque a estas grandes divas, desde luego, no), nosotros con una plaquita o con un reloj chapado en oro nos conformamos.

VUELTA A LAS RAÍCES



Por qué el Reino Unido es la cuna indiscutible de talentos musicales, lo ignoramos (el cuello a que no es la alimentación) pero el caso es que es así. Una de las últimas aportaciones que hemos descubierto es el grupo The Gadsdens, un cuarteto masculino que tiene, por el momento, mucho que ofrecer. Melodías trabajadas, un piano prácticamente omnipresente en sus canciones que, en ocasiones recuerda a Wim Mertens; nada de electrónica y una voz masculina del tipo Marti Pellow (Wet, Wet, Wet) pero con más registros y un estilo ecléctico que aglutina en su mayor parte una herencia ochentena con ritmos de rock & roll reinventado y un pop sublime. Su primer disco está previsto que se publique este noviembre (esperemos que no se posponga porque estamos ya salivando). Mientras tanto, para muestra, su primer botón.