Estoy como los bancos y las cajas, que no doy crédito. He de admitir que, hasta hoy, tenía mis dudas. Ahora estoy segura. Definitivamente, los políticos actuales piensan que los españoles somos gilipollas, un adjetivo vulgar aunque maravillosamente descriptivo y necesario a todas luces en este contexto dadas las cotas que el descarado grado de estafa a mano armada que la clase política ha alcanzado. Llevo dos días intentando asimilar, no la ley Sinde, que ya me parece un despropósito en sí misma, sino el hecho de que haya salido adelante. Desde luego, la sorpresa no viene por su éxito en el que han participado PSOE (que era obvio) ni por el apoyo de su querida, CiU, mantenida sin escrúpulos que se relame ante los prospectivos chollos, chanchullos, beneficios y demás gangas que se adivinan en su ya cercano porvenir. Vaya el presunto por delante. Lo que todavía me tiene con los ojos fuera de las órbitas, por lo que todavía me tiro de los pelos es por el voto del Partido Popular. El principal partido de la oposición se une al Gobierno al grito de “maricón el último” en una violación más de nuestros derechos en la que las fuerzas públicas pretenden colarse en mi casa, de la manera más vil y rastrera, ley Corcuera en mano, a patadas a mi disco duro. Esto, en mi pueblo, se llama venderse. Y encima esta niña, Soraya Sáenz de Santamaría, se permite el lujazo de salir a explicarme, tan seria, porqué su partido se ha bajado los pantalones hasta los tobillos. Partiendo de este dechado de coherencia, junto con el voto a favor de la investidura de Santiago Carrillo como hijo predilecto de Gijón, ¿cómo nos vamos a fiar de nada que nos vuelva a plantear este partido?
Amigos del gobierno, amigos de la oposición, mantenidos varios, puesto que llevan años tratándome de facinerosa mediante el cobro una tasa que me convierte directamente en agraviadora, y menospreciando mi presunción de inocencia (entre otros tantos derechos), dado que estamos entre colegas, me voy a permitir la licencia de tutearles, y, de chorizo a chorizo, os diré que cuando me descargo una película, o un disco no hago más que uso de mi derecho de delincuente. Un derecho que vosotros me impusisteis por obligación. ¿O es que pensabais que ese maravilloso canon que nos clavasteis por detrás, con nocturnidad y alevosía sólo iba a traernos sinsabores?
¿De verdad pensáis que nos vamos a someter a una ley estúpida, coercitiva, fascista y represiva como ésta cuando tenemos el referente directo de Rodríguez Zapatero y Artur Mas retozando a sus anchas en el desacato mientras le hacen pedorretas al Tribunal Supremo? Permitidme: JAJAJA.
¿De verdad pensáis que nos vamos a someter a una ley estúpida, coercitiva, fascista y represiva como ésta cuando tenemos el referente directo de Rodríguez Zapatero y Artur Mas retozando a sus anchas en el desacato mientras le hacen pedorretas al Tribunal Supremo? Permitidme: JAJAJA.
Te propongo un trato, querida Sinde: a partir de ahora voy a entrar al cine a ver las películas españolas (cuyas subvenciones pago yo, entre otros españolitos) y, si lo considero justo (que ya te adelanto que va a ser que no) al salir abonaré el precio de la entrada. Y cuando no lo haga, vas y me denuncias (como he de hacer yo cuando en un CD gravo las fotos de la comunión de mi prima en lugar de a Ramoncín destrozando el Comasyuar).
Antes de que nos cierren este blog, en virtud de las nuevas leyes que se andan gestando para amonestar a quienes no comparten las ideas del régimen al grito de Heil PSOE!, nos permitiremos dar una serie de consejos:
-Amigos del PP: limpiaos la comisura de la boca que tenéis una mancha marrón.
-Amigos del PSOE: son tantas las cosas que habría que decir que no sé por dónde empezar, así que voy a pasar palabra.
-Amigos de CiU: lo siento, ni hablo catalán ni puedo pagar un traductor.
-Amigo Alejandro Sanz: Primero: ¿qué haces tú, que vives en Miami, opinando sobre las leyes españolas, que no te afectan? Y segundo: da gracias a la falta de erudición en España y a que se hace lo que tú consideras “justicia” y no la de verdad porque entonces te iba a caer una multa abismal. Lo tuyo sí que es un uso indebido de los CDs (lo que tú haces no es ni música ni cultura). Cuando aprendas a cantar, seguiremos hablando.
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